martes, 6 de abril de 2010

Óscar Gimenez

"Ilustrador por vocación, pronto descubrí que dibujar era lo mío, lo que me motivaba y, ya de pequeño, pasé más de una noche acompañando a mi padre, diseñador, durante sus maratones "dios-esto-era-para-mañana".
Pero su trabajo era tan inestable que, aunque me apasionaba todo lo relacionado con el dibujo, decidí muy pronto que no me dedicaría a eso.

Así que acabé estudiando Traducción e Interpretación y durante unos años estuve viajando y dando clases de idiomas. Intenté convencerme de que la docencia era lo mío y relegué el dibujo y la pintura a un mero hobby.
Pronto empecé a llegar tarde a mis propias clases, a dibujar mientras los alumnos hacían exámenes y a darme cuenta que lo único que me hacía realmente feliz era empuñar un lapiz y no un libro de texto.

Finalmente, dejé de dar clases (más de uno lo habrá agradecido), preparé una pequeña carpeta con ilustraciones y empecé a llamar a puertas. Desde entonces he tenido la suerte de no dejar de trabajar.
Supongo que la ilusión pudo más que la tozudez" Así es como se describe este ilustrador tan peculiar, que al pasar el tiempo se dio cuenta que su verdadera vocación yacía en un lápiz.








Me gusta la variedad de trazos que utiliza en sus ilustraciones, ocupa diversos estilos dependiendo del contexto, por lo tanto es muy divertido que hayan diseños más sucios que otros, porque es así como les da a cada uno un toque de exclusividad, las texturas son bastante adecuadas; acordes con la ilustración, lo que aporta de forma positiva.

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